Entre la riqueza natural, surcada por las aguas de los ríos Cauca, Nechí y Man, la mezcla de tradiciones paisas y costeñas, y las dinámicas de intercambio económico y cultural, se presenta la otra cara del Bajo Cauca; subregión ubicada en el departamento de Antioquia, territorio que ha sido codiciado durante largos años por los grupos ilegales que ejercen un fuerte control en la población.
Pero, precisamente esto motivó a Iván Fernando Vega, caucasiano, Comunicador Social y Periodista de la Universidad de Antioquia, líder y fundador de la Corporación Río Abajo Cultura y Comunicación, quien después de haber vivido en Medellín, llega a su región con muchas ideas para mostrar la buena cara del Bajo Cauca. “Yo tenía claro que quería trabajar en el Bajo Cauca, así mismo sabía las necesidades del territorio y que si uno se forma en una Universidad Pública, tiene una responsabilidad mayor de devolverle eso a la región y las comunidades”, afirma Iván.
Fue tan solo con una cámara, micrófono, trípode y computador que el caucasiano apasionado y amante de la realización audiovisual, se aventuró junto a un grupo de amigos en el año 2014, y tomó la decisión de contar esas otras historias de la comunidad bajocaucana y ribereña para visibilizar y cambiar el imaginario del territorio.
Con la convicción de que el Bajo Cauca no es solo violencia, minería y destrucción del medio ambiente, la apuesta de Iván ha sido llegar a sitios microfocalizados que son azotados por la violencia a través de acciones y proyectos sociales que enriquezcan a la comunidad. Su gran motivación es trabajar por su territorio. Por ello, asegura con entusiasmo que: “Todos nuestros proyectos no son meramente comunicacionales, sino que tienen un impacto social, es decir, hacemos una comunicación para el desarrollo. Y si uno quiere sentir que se llena el alma y el corazón y hay un territorio en el que creciste y ves todas las necesidades que tiene, poder hacer algo por él es muy satisfactorio”.
Su impulso es fortalecer los colectivos de comunicación de la región, formando a nuevos realizadores audiovisuales, y permitiéndole a los jóvenes ver opciones de vida más allá de los grupos armados. “Llegamos a territorios donde no llega ni la fuerza pública, regiones estigmatizadas que tienen la presencia de grupos armados. Donde no llega el Estado, las organizaciones como nosotros, tenemos la obligación de trabajar y tratar de llevar un poco de esperanza”, indica Iván.
Y es gracias a esa labor que vio una gran oportunidad en el Programa Jóvenes Resilientes #EfectoColectivo de USAID y ACDI/VOCA para continuar con proyectos que le aportan valor y alto impacto en las comunidades más vulnerables y necesitadas, por esto, agrega que: “El programa se ha convertido en un gran incentivo para que nosotros podamos seguir apostándole a iniciativas que trabajan y pretenden mejorar las condiciones de vida de los jóvenes de unos territorios tan complejos como este, lo vemos como una razón de tener un aliado importante para seguir haciendo lo que hacemos y encontrar ahí un apoyo para que muchos jóvenes del territorio no pierdan las esperanzas”.
Para finalizar, Iván expresa con alegría la gratitud que siente de haber emprendido este largo camino, que ya completa casi 8 años, desde un territorio caracterizado por sus suelos húmedos, ricos en flora y fauna. Por eso, continúa trabajando por una región que a pesar de que se encuentra en una posición geográfica que ha sido clave para el narcotráfico y la minería ilegal, no deja de contar con gente alegre, echada pa’ delante y que no pierden la ilusión de hallar la tranquilidad para el Bajo Cauca. “Deseamos poder seguir llegando a los territorios más necesitados con proyectos que nos lleven a pensar que las cosas tan terribles que están ocurriendo van a cambiar”, concluye Iván con una voz de esperanza.
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